Las noches calurosas de verano, en las que la marea trae un alto coeficiente, como la de anoche que rondaba los 95º, son especialmente fructíferas para la pesca de la baila.
Este voraz depredador se apuesta entre las columnas del puente que une Cädiz con Puerto Real, buscando los pequeños pececillos que pululan entre la claridad de las farolas.
A pesar de ello no es fácil engañarlas, y mucho menos a sus parientes las lubinas. Yo uso pececillos vivos, que se encarnan por los labios dejando que se mueva entre la corriente.
Esta noche estuve desde las 12 (Cuando acabó el partido de futbol España-Holanda) hasta las 2. El resultado fueron 24 bailas y un robalito.
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